sábado, mayo 20, 2006

CELULOSA: UNA ARGENTINA QUE PIENSA Y USA LA RAZÓN.

Papeleras, patoteos y papelones.


Por Malú Kikuchi


*/Si nuestra Argentina tuviera políticas de estado; si nuestra Argentina
respetara los acuerdos y protocolos firmados; si nuestra Argentina
viviera un pleno estado de derecho; si nuestra Argentina fuera en serio
"un país en serio" no sólo como eslogan electoral; si, si... pero no.
Patoteamos a un vecino país hermano, hacemos papelones internacionales y
hablamos de papeleras cuando se trata de plantas de celulosa. ¡Ni en el
idioma somos correctos!/ *


Las "papeleras" --que no son tales-- son plantas de celulosa, tienen
demasiadas aristas y el tema es complejo. Lo mejor es ir a los hechos.


Hechos. El Banco Mundial otorga un crédito de U$S 1.800 millones a dos
empresas europeas, la española ENCE y la finlandesa BOTNIA, para
establecer sendas plantas de celulosa en las cercanías de Fray Bentos,
en el vecino país, frente a Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos; río
Uruguay de por medio. Río que compartimos. Inversión importantísima, que
no compartimos y promete muchos puestos de trabajo... para la República
Oriental del Uruguay.


Hechos. De un lado, Gualeguaychú y su gente, los intendentes ribereños,
las ONG ambientales, la provincia de Entre Ríos y el gobernador Busti,
casi todos los medios y hasta el gobierno Federal, gritan:
"¡contaminación!". Exigen parar la construcción de las plantas. Para
presionar, cortan los puentes internacionales que unen a los dos países.
Hecho que configura un delito que no sólo afecta a los uruguayos sino
que también lo hace con los argentinos que pretenden viajar al Uruguay.
Sostienen que el estudio sobre impacto ambiental que se hizo a pedido
del Banco Mundial, es "trucho" (¿?) Es sabido que el Banco Mundial,
subjetivismos de lado, es sumamente cuidadoso en el tema ambiental.


Hechos. Todas las plantas de celulosa, contaminan. Toda acción humana
tiende a la contaminación. Al aparecer, sobre el planeta la especie
humana es, en sí misma, un impacto ambiental. El hombre es el único
animal capaz de modificar la naturaleza para ponerla a su servicio. Al
hacerlo, contamina. Pero también tiene la inteligencia suficiente, y
ahora los conocimientos necesarios, como para minimizar el impacto
negativo. Las modernas plantas de celulosa, las llamadas de "generación
verde", contaminan en cantidades absolutamente inocuas. A esa generación
pertenecen las plantas que se construyen en el Uruguay.


Hechos. ¿Si las plantas de celulosa contaminan, aunque sea poco (y luego
esa poca contaminación se remedie), para qué necesitamos celulosa?
Porque consumimos papel para comunicarnos, a través de medios gráficos y
computadoras; porque usamos papel para todo aquello que tenga que ver
con el "packaging" y, en este último caso, sólo se lo podría reemplazar
por plástico y sería inconmensurablemente más dañino e imposible de
remediar. Mientras usamos papel, forestamos. Y forestar es la mejor
manera de mantener limpio el ambiente. Los árboles son seres mágicos que
tragan anhídrico carbónico y nos devuelven oxígeno. La magia de los
árboles nos permite respirar. Los países altamente contaminantes pagan
su pecado ambiental, forestando. Es un acuerdo internacional, se
contamina en Arkansas y se plantan árboles en Paraguay. Se llaman bonos
verdes y ayudan a paliar los excesos industriales. Además, las
forestaciones son la prueba tangible del desarrollo sustentable. Es
decir, se puede hacer uso de los recursos naturales renovables siempre y
cuando no los agotemos. Se planta, se tala, se vuelve a forestar. Y el
equilibrio de la naturaleza se respeta.


Hechos. La Unión Europea no permite construir a ninguno de los países
que la integran, plantas fuera de su territorio que no cumplan con los
mismos requisitos que en sus naciones. España y Finlandia, forman parte
de la Unión Europea. Se ha calificado a Finlandia como el primer
guardián del cuidado ambiental del planeta. También es el país que
figura primero en todas las encuestas de honestidad y transparencia.
Finlandia es el país con más plantas de celulosa en toda la UE. ¡Hay 19!
Y las 19 tienen totalmente controlada la contaminación. La calidad de
vida de los finlandeses es envidiable.


Hechos. La celulosa se obtiene de la madera. El procedimiento es
relativamente simple. Acá se usan eucaliptus, (se calcula que el
Uruguay, desde la ley de forestación de 1987 del presidente Sanguinetti,
está en condiciones de proveer la madera necesaria para varias plantas
de celulosa, estas dos van a fabricar más pasta de celulosa que todas
las plantas argentinas sumadas). Se separa la corteza de la madera, ésta
es tratada con químicos, se convierte en fibra, se la pasa por una
especie de cedazo y la pulpa resultante, llegado el caso, se plancha y
se convierte en papel. El tema son los químicos. Hasta finales de los 80
sólo se usaba cloro elemental para blanquear la pasta. El cloro es
altamente contaminante, libera dioxinas. (Fuera de las plantas de
celulosa, en Argentina, usamos cloro para potabilizar el agua y en la
lavandina con la que limpiamos y desinfectamos a nivel doméstico. Nunca
nos han medido el impacto ambiental hogareño). A partir de 1993, por
ley, Finlandia establece que las plantas deben estar a 5 kilómetros de
distancia de las zonas habitadas (Fray Bentos está a 5 kilómetros de las
dos plantas y Gualeguaychú a 27 kilómetros) y deshecha el uso de cloro
elemental para usar dióxido de cloro, muy poco contaminante. Esa mínima
contaminación se remedia luego debidamente. La UE exige que todas las
plantas de celulosa usen dióxido de cloro a partir de 2007. Las dos
plantas que se construyen en el Uruguay lo hacen bajo las normas que
regirán en la UE desde 2007. ¿Dónde está el problema? El problema es que
existe otro sistema de producción de celulosa sin usar cloro. Ese es el
sistema que exige Greenpeace para las plantas.


Hechos. El sistema sin nada de cloro, también tiene sus problemas. Al no
usar ni siquiera dióxido de cloro, se usan otros químicos que son
igualmente poco contaminantes, pero que contaminan. Además, al no usar
blanqueadores, el papel que producen no tiene aceptación porque no sirve
para imprimir o escribir sobre él. Sirve para embalaje. De manera tal
que de las 19 plantas de celulosa que hay en Finlandia, 17 usan dióxido
de cloro y sólo dos, nada de blanqueadores. Greenpeace, como cualquier
entidad o ciudadano tiene derecho a expresar sus opiniones, pero la
política exterior de una Nación, se supone, la debe manejar el Gobierno
Nacional y no una ONG.


Hechos. La gente sostiene, inducida por la locura generalizada, que los
europeos instalan sus plantas en el sur porque contaminan y no quieren
contaminarse ellos. La simple verdad es que a los europeos no les
alcanzan los bosques que tienen para producir todo el papel que
necesitan. Nosotros tenemos forestaciones aptas para pasta de celulosa y
es mucho más económico exportar la pasta que exportar la madera.


Hechos. Así como Finlandia es el país con mejor imagen en cuanto a
cuidado ambiental y la UE es la región del planeta más "ecológica", el
Uruguay es el país de Latinoamérica que se lleva el premio en normas
ambientales. "Uruguay, un país natural". ¿Estarán dispuestos a
contaminarse y contaminar? ¿No ha hecho el Uruguay, un país muy, pero
muy serio, ningún estudio de impacto ambiental? Es difícil de creer.


Hechos. De este lado del río Uruguay, en nuestra Argentina, con una
larga tradición en plantas de celulosa (hoy tenemos 10), según Juan
Carlos Villalonga, de Greenpeace, tenemos 10 problemas; hoy no se habla
de cloro, ni de dióxido de cloro, ni de métodos sin blanqueadores. ¿No
contaminan nuestras plantas de celulosa? ¿No arrojan con o sin
tratamiento los desechos de las plantas a los ríos que compartimos con
los vecinos? Nuestras plantas no pertenecen a la generación verde. ¿Por
qué no investigamos? Nos estamos contaminando, pero ¿a nadie le interesa
si la contaminación proviene del territorio nacional? ¿Adherimos a la
contaminación patriótica?


Hechos. ¿Qué pasaría si la República Oriental del Uruguay nos exigiera
que limpiáramos el Riachuelo que desemboca en el Río de la Plata, río
que compartimos? Conste que en la Asamblea de 1813 se hace referencia a
"los saladeros que arrojan las visceras de los animales al Pequeño Río y
con sus hedores no dejan vivir a los vecinos". Es un hecho que casi 200
años no han sido suficientes para que solucionemos un serio problema
ambiental, que nos afecta a todos los que vivimos en la cuenca del
Matanza-Riachuelo-Río de la Plata. ¿Y si, como quiere nuestro
Presidente, consiguiéramos poner en marcha la planta atómica de Atucha
II, paralizada durante 20 años, lo que la convierte en altamente
peligrosa y causáramos un desastre tipo Chernobyl que afectara a
nuestros vecinos? Esta posibilidad preocupa seriamente al Uruguay.


Hechos. La Argentina tiene forestadas en el litoral unas 150.000
hectáreas y, sumando Jujuy y Tucumán, se podría llegar a casi 200.000
hectáreas (sin contar la provincia de Buenos Aires). Un buen capital en
madera. Un buen capital en trabajo para los argentinos. Siempre y cuando
establezcamos reglas de juego claras, iguales para propios y extraños;
aseguremos un real estado de derecho y nos dispongamos a cumplir
tratados ya firmados.


Hechos. En marzo de 2004, el canciller argentino Rafael Bielsa y el
canciller uruguayo Didier Operti (gobierno del presidente Battle),
firmaron un protocolo declarando "solucionado el diferendo sobre las
plantas de celulosa". ¿Qué pasó? ¿No sabía nuestro ex canciller lo que
firmaba?, ¿No fue bien asesorado?, ¿El hecho que tanto Bielsa como
Operti no sean más cancilleres de sus respectivos países invalida el
protocolo?


Hechos. Un hecho positivo, coherente, razonable e internacionalmente
aceptable, sería que nuestro gobierno nombrara un grupo pequeño,
prestigioso y muy conocedor del tema, --tres o cuatro personas
reconocidas mundialmente--, que establecieran los parámetros ambientales
que estemos dispuestos a tolerar. Que luego estudiaran el nivel de
contaminación que produjeran las plantas y sentaran jurisprudencia al
respecto. Si se comprobara que todo está en orden y fuera aceptable para
Argentina, bien. En ese caso, honorablemente, pidamos disculpas. Si no
lo fuera, apelemos a los organismos internacionales. Como lo haría
cualquier país civilizado, sin cortes de puentes ni puebladas. Y las
reglas establecidas, iguales para todos. Para las plantas extranjeras
que pudieran afectarnos, o no, y para las que ya existen en territorio
argentino, que seguramente, nos afectan. Para todas.


Hechos. Hay países que permiten que determinadas industrias contaminen
más de lo tolerable, el nuestro es uno de ellos. Desgraciadamente, la
contaminación se globaliza y no se circunscribe al lugar que la genera.
La contaminación tiene nacionalidad, lo que no tiene son fronteras.


El gobierno tiene la palabra.

El gobierno argentino cortó las tratativas con Uruguay y tomó la iniciativa de recurrir al Tribunal de La Haya, donde le espera un verdadero "papelón" y años de trámite. Mientras tanto que pasa con las relaciones de los dos pueblos, argentino y uruguayo?

El Presidente Kirchner tiene la palabra.

Aún está a tiempo.

2 comentarios:

claulocura dijo...

OTRA VEZ LAS MULTINACIONALES USARON AL PAIS MAS PEQUEÑO Y POBRE DE SUDAMERICA .
OTRA VEZ LA IGNORANCIA DEL PUEBLO URUGUAYO NOS LLEVA AL MAYOR DESASTRE ECOLOGICO DE LA HISTORIA .
DIOS NOS SALVE DE ESTE APOCALIPSIS .
LAS PAPELERAS COMPRARON A LOS POLITICOS URUGUAYOS EMPEZANDO POR TABARE VAZQUEZ .
ESPERO QUE ALGUN DIA EN LAS ESCUELAS URUGUAYAS ENSEÑEN ECOLOGIA Y DE ESA MANERA ABANDONEN LA IGNORANCIA

josepepedro dijo...

¿ IGNORANCIA ?
DONDE ESTÁ LA IGNORANCIA?
¡ OH! POBRE HERMANO ARGENTINO IGNORANTE !
¡ IGNORANTE TOTAL Y CON MAYÚSCULAS !